INTRODUCCIÓN

El contexto actual sugiere un estado de cambio constante; el sistema educativo, una de las instituciones sociales por excelencia, no se encuentra ajeno a dicha realidad. Bajo el conjunto de transformaciones sociales, la innovación tecnológica junto al desarrollo de las tecnologías de la información y de comunicación y los cambios en las relaciones sociales, el sistema educativo debe adaptarse y readecuarse a las nuevas condicionantes propias del SXXI.
Si es en el seno de la educación que comienzan a gestarse las transformaciones que requiere todo ser social, nos encontramos bajo una nueva problemática a enfrentar como instituciones educativas: la de repensar y adaptar los métodos, las maneras y los instrumentos de aprendizaje en la enseñanza. Volver a poner en tela de juicio la conciencia pedagógica de las escuelas, desde una mirada fundamentada en la reflexión de sus propósitos formativos.
No sólo es desde los estamentos gubernamentales de las universidades sino también en el marco del aula donde debieran producirse las principales transformaciones. “Los ambientes instruccionales, tal como los conocemos, han comenzado a transformarse en la actualidad para adaptarse a la sociedad de la información. Sin embargo, en el aula de clase, los procesos de enseñanza-aprendizaje que se desarrollan en las instituciones educativas tradicionales parecen presentar cierta rigidez para una educación futura y requieren para ello adaptaciones.” (Salinas, 1997), y en ello cumple un papel fundamental el docente, como intermediario entre la institución y el alumno, a modo de motor transformador y motivador.

Nacen así las siguientes preguntas para las escuelas de arquitectura locales e internacionales ¿Qué responsabilidad y coherencia tiene la formación en nuestras escuelas respecto al contexto posmoderno? ¿Qué tipo de arquitecto se quiere formar?, ¿para qué sociedad? ¿Qué competencias profesionales para el mismo? ¿Son adecuados los métodos y estrategias empleadas en la enseñanza actual?
Esto irremediablemente nos lleva a pensar un cambio en la concepción pedagógica de la enseñanza. La Unión Europea por un lado, transita dicho cambio pasando de un modelo de enseñanza- aprendizaje, enfocado en la enseñanza, hacia un modelo enfocado en el aprendizaje, basado en la manera de aprender del estudiante y en el establecimiento de las condiciones idóneas a fin de que se pueda conseguir y dominar con éxito los objetivos y el desarrollo de temas propuestos en las distintas instancias de su formación. Otras experiencias en América Latina se encuentran trabajando en la misma línea, en la búsqueda de una nueva concepción de la formación académica, centrada en el aprendizaje del alumno, y una revalorización de la función docente, en la búsqueda de mejorar la calidad y la innovación educativa.  
A su vez una redefinición de los planes de estudio de nuestras escuelas, centrando sus objetivos en la adquisición de competencias socio-profesionales que deberán enfrentar los futuros estudiantes para el ejercicio de la profesión, y en los métodos de aprendizaje y evaluación de las mismas desde la curricula de las materias.
Entendemos por competencias profesionales aquellas que suponen la generación de las condiciones óptimas para progresar como  “estudiantes reflexivos, rigurosos y transformadores de sí mismos y de la sociedad en la que les ha tocado participar y ofrecer innovadoras respuestas a los problemas de la profesión, a la necesaria transformación del conocimiento y a los modos de actuar en ella, conscientes del papel indagador e impulsor de cambios positivos que han de caracterizar la universidad” (Medina Rivilla y Domingüez Garrido, 2004).

En este marco, la carrera de Arquitectura de la Universidad Blas Pascal cuenta con un espacio curricular, de taller integrado, denominado PRACTICUM (basado en la teoría del PRACTICUM REFLEXIVUM de Donald Schön), donde se concibe el taller de arquitectura como un espacio de integración e interacción académica de las distintas materias que constituyen el eje troncal de la formación del alumno en cada año: “ (…) es la instalación del área de Proyecto como territorio abarcativo que ordena y coordina procesos y actividades lo que da cuenta de este modo de saber hacer. Una instancia de síntesis que refleja en su propia mecánica la capacidad operativa del conocimiento” (Schmukler, 2010)
El propio plan académico de la Carrera de Arquitectura plantea la incorporación metodológica de esta práctica pedagógica en el seno de la asignatura de Proyectos entendida como un “(…)área mayor, y no campo, que abarca e integra los otros campos del saber disciplinar (TECNOLOGIA, CIENCIAS SOCIALES, REPRESENTACION Y FORMA, GESTION y PRACTICA), obliga a una particular metodología de trabajo, metodología que se explicita ahora en los programas de las asignaturas del Área de PROYECTO, incorporando en los mismos, el espacio de integración horizontal (denominado Practicum) de las diversas asignaturas comprometidas según el nivel. Esta síntesis instrumental genera un entorno de enseñanza-aprendizaje que supera la fragmentación de campos de contenidos ajustando la relación entre asignatura y contexto.” (Plan de Estudios, 2011)

Es interés de la presente investigación evidenciar y valorar aquellas estrategias empleadas en la enseñanza actual de la arquitectura como espacio de promoción de competencias para  la futura identidad profesional, desde modalidades formales e informales que suceden en el aula.
Estudiar y valorar particularmente el practicum de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Blas Pascal, en el Segundo y Tercer Año y realizar una comparación con algunos otros métodos aplicados en escuelas de Arquitectura de diferentes contextos.
Suponemos que la incorporación de herramientas pedagógicas tendientes a romper las estructuras curriculares rígidas, considerando el aula/taller como espacio de integración e interacción académica de las distintas  materias, mejora las condiciones de calidad del trabajo individual y colectivo, enriqueciendo la relación de docentes y alumnos, con pertinentes resultados académicos. Pues creemos que el camino para una buena enseñanza implica capacidad de adaptación, promoviendo la articulación transversal de los programas de cada asignatura,

Consideramos que una Universidad debe ser el centro del debate, promotora de nuevas tendencias, cuestionando e interpretando desde la propia educación, buscando ser holística e innovadora. Y, por ello, también ser autocrítica: repensar las carreras, las curriculas, las mismas aulas. Entendemos que una escuela de Arquitectura, es a través de los docentes y los estudiantes. Es en la dinámica diaria que adquiere existencia y justificación, es en la efectiva producción de conocimiento, de formación de personalidades e identidades, donde se gesta y manifiesta, donde adquiere cuerpo. Es en el trabajo solidario del taller como instancia de producción, en el hall, en el patio, en la biblioteca, y lo es también en los grupos, los viajes, la cotidianeidad, las anécdotas.
El camino en la enseñanza de la arquitectura pareciera ser ese, no sólo un proceso de adaptación constante, sino el de actividades tendientes a romper el protocolo, dinamizar el ánimo del curso, definir actividades inter-niveles, apostar al uso de nuevos medios interesantes para reavivar la energía de producción, para profundizar y construir—cotidiana y colectivamente—el espíritu del taller.




[1] SALINAS Jesús. (1997) Nuevos ambientes de aprendizaje para una sociedad de la información. Revista Pensamiento Educativo. PUC Chile. 20, 81-104.

[2] MEDINA RIVILLA, Antonio y DOMINGÜEZ GARRIDO, María Concepción (2004). Los procesos de observación del practicum: análisis de competencias. Revista Española de Pedagogía año LXII, N°228, Arquitectura y educación.

[3] SCHÖN A. DONALD (1992) “La formación de profesionales reflexivos”, Barcelona: Ministerio de educación y Ciencia.

[4] SCHMUKLER, Diego (2010) Introducción, en 1997-2007 Arquitectura UBP. 10 años. Universidad Blas Pascal.